Colapso del espectro y omnívoros digitales

Carlos Eduardo Cortés es especialista en medios digitales y escribe su columna desde Estados Unidos. Sus opiniones son personales y no implican necesariamente a TV Technology. La tendencia creciente a desplegar nuestra televidencia en plataformas múltiples, a fin de satisfacer nuestra voracidad para consumir información y entretenimiento, nos ha convertido a muchos seres humanos en “omnívoros digitales”.

Por Carlos E. Cortés

El término, popularizado en 2011 por comScore, una empresa analítica de Internet, describe la indiscriminada y transparente forma en que muchas personas nos movemos hoy entre diversos dispositivos digitales móviles.

Los usuarios de smartphones, tablas o tabletas, y computadoras portátiles, entre otros aparatos disponibles, acceden a la World Wide Web a lo largo de un mismo día, en múltiples plataformas multimediales.

La teledifusión es una de ellas. Ya no está restringida a las emisiones de aire ni a las plataformas de televisión por suscripción basadas en redes de cable.

Las ofertas Triple-Play, que combinan telefonía fija con acceso doméstico a Internet en banda ancha y canales de cable, se han convertido en la infraestructura favorita de los omnívoros digitales, en interacción con sus teléfonos inteligentes.

Pero esta explosión no ocurre sin consecuencias. La asociación mundial de operadores móviles (GSMA), nacida en 1982 como Groupe Speciale Mobile (GSM), dentro de la Confederación Europea de Correos y Telecomunicaciones, analiza el fenómeno con preocupación.

En su informe The Mobile Economy 2013, la GSMA indica que, con la adición de mil millones se suscriptores móviles durante los últimos cuatro años, hoy en día 3.200 millones de personas — casi la mitad de la población humana — usa comunicaciones móviles.

De 100 millones en 1998, esa cifra pasó a 1.000 millones en 2004. Y se calcula que 4.000 millones de personas dispondrán de acceso móvil en 2018.

La industria de telefonía móvil está entre las más integradas del planeta. La mayoría de sus fábricas y sus ventas ya se encuentra en mercados emergentes.

Y su adopción generalizada convierte al teléfono móvil en uno de los productos más globales, en términos de su patrón de demanda, según el Índice de Conectividad Global de DHL.

Por otro lado, el consumo móvil y social de noticias tiende hoy a convertirse en una nueva norma, tanto en Europa como en Estados Unidos.

De acuerdo con datos de Mojiva, cerca de 37 por ciento de usuarios de teléfonos inteligentes en Alemania, España, Francia, Italia y el Reino Unido, consumieron noticias mediante una aplicación o un navegador móvil en 2012.

Según el Centro Pew, en Estados Unidos casi el doble de los usuarios de 2010 consumió noticias desde un dispositivo móvil en 2012, y casi el triple lo hizo desde una red social.

Las redes móviles son sin duda el sistema más eficiente y omnipresente de comunicaciones en la actualidad, pero su desempeño siempre requerirá armonización legal, administrativa y técnica para el uso del espectro.

Según cálculos del fabricante Ericsson, el tráfico global generado por los omnívoros digitales en dichas redes crecerá 10 veces entre 2012 y 2018.

La degradación del desempeño de las redes es ya un problema notable en muchos lugares y momentos del día, no importa si hablamos de países ricos, pobres o de renta media.

De allí que los temores de un colapso (spectrum crunch), sean crecientes y generalizados a medida que conviven las redes LTE, 4G y otras llamadas Next Generation Networks (NGN).

Nuevos materiales y algoritmos de codificación podrían ser una respuesta relativamente cercana para aprovechar al máximo la capacidad limitada del espectro.

Pero, aún bajo los mejores pronósticos, no habrá un crecimiento ilimitado de soluciones tecnológicas para exprimir las bandas disponibles.

Por eso, el llamado “dividendo digital” siempre estará presionando a los teledifusores para que al digitalizar sus transmisiones liberen porciones que los estados pueden usar para armonizar el espectro.

Allí ingresan las subastas públicas y los intereses enfrentados de corporaciones privadas, estados y organizaciones sociales.

Y esa presión es el telón de fondo de muchas tensiones que acompañan los intentos de armonizar las legislaciones divergentes y anacrónicas que suelen gobernar los medios y las telecomunicaciones en nuestros países.

Los teledifusores tienen mucho que ganar y perder en este proceso. Hay que seguir muy atentos a la evolución de los medios digitales.