Pos-convergencia: La nanoelectrónica y la televidencia


Empresas como Google, Apple, Cisco y Sony, intentan redefinir la televisión a partir de aplicaciones en la Web. La idea no es original, pero es un hecho que las nuevas redes permiten crear un sistema de distribución capaz de autonomizarse de los proveedores de cable y satélite, a menos que éstos ingresen de manera más decidida en el nuevo escenario.

Carlos Eduardo Cortés es coordinador de proyectos de Radio Nederland Training Centre en América Latina. Sus opiniones son personales y no implican necesariamente a dicha institución ni a TV Technology.Apple TV, Boxee Box, Google TV, Roku ... no están matando la televisión por suscripción, pero demuestran que la capacidad de proveer video por Internet hasta el televisor digital no es una búsqueda de navegar por Internet a través del televisor (la apuesta inicial hacia los usuarios), sino un método muy cómodo y efectivo de usar los medios en flujo (streaming media) en la nube, para ver películas y series televisivas al estilo Web: "lo que quiero, cuando quiero, donde quiero y cuanto quiero".

Servicios de Netflix, iTunes y Vudu, han sido satisfactores tempranos de la televidencia multipantalla y de nicho. Time Warner Cable desarrolló una aplicación Web para televisores Sony y Samsung, que no requiere caja decodificadora pues el sistema viene codificado en el propio flujo. Comcast y Verizon ya anuncian aplicaciones para ver sus contenidos en tabletas como el iPad, en un esfuerzo por mantenerse al pie de los cambios en los hábitos de consumo televisivo.

Dos hechos aparentemente aislados se produjeron en octubre de 2010. Sin embargo, en el mundo posconvergente, sus conexiones resultan evidentes: a nuevos hábitos de consumo, nuevos materiales y nuevas redes digitales.

Andre Geim y Konstantin Novoselov obtuvieron el Premio Nobel de Física 2010 por sus "novedosos experimentos sobre el material bidimensional grafeno", un tipo de carbono ultrafino con diversas aplicaciones, según anunció en su momento el Comité Nobel.

Por su parte, el IEEE (Instituto de Ingenieros Eléctricos y Electrónicos), anunció la ratificación del estándar IEEE 1901 Broadband over Powerline (BPL o banda ancha por líneas eléctricas), dándole un nuevo significado a la siempre presente aspiración de una red eléctrica inteligente como sistema interconectado de tecnologías de información y comunicación con tecnologías de generación, transmisión y distribución de electricidad.

Estas novedades pueden verse como las más claras innovaciones conducentes a consolidar la emergente era de la nanoelectrónica. Según el IEEE, las actuales redes de telecomunicaciones consumen dos por ciento de la producción energética planetaria (equivalente a la energía producida por 50 millones de automóviles).

Por ello, un consorcio empresarial, entre cuyos socios están Bell Labs, AT&T, Samsung y Freescale Semiconductor, aspira a reducir ese consumo en proporción de mil a uno, mediante nuevos enfoques para repensar todo el sistema, lo cual pasa por chips más eficientes y memoria computacional más amplia y más barata.

Un enfoque radical intenta dejar atrás el transistor, para entrar de lleno en el territorio del "memristor", lo cual ya nos pone en la ruta de la inteligencia artificial autónoma y la computación cuántica.

En 2008, Hewlett Packard produjo el primer memristor, un chip suficientemente pequeño, barato y eficiente, como para emular una neurona y llenar los requisitos de desempeño de las sinapsis de un cerebro de mamífero: (a) factor formal de un cerebro; (b) funcionamiento de baja potencia y (c) comunicación interna instantánea.

Todas las posibilidades actuales de las nuevas tecnologías digitales de información y comunicación están ligadas, por un lado, al laberinto de protección de derechos de propiedad intelectual que se genera entre productores y distribuidores de contenidos y, por otro, a las limitaciones de los chips contemporáneos y al ancho de banda disponible.

Lo que la posconvergencia de la televisión multiplataforma y multipantalla construye es una "televisión omnipresente" cuya justificación básica, en palabras de Glenn Britt, ejecutivo jefe de Time Warner Cable, es que "la gente no percibe las computadoras, los celulares, las tabletas y los televisores como cosas distintas, sino como dispositivos reproductores de video".

El silicio comienza a mostrar sus limitaciones para responder a las nuevas demandas, aunque siga reinando en el mundo de los chips, mientras que el grafeno, su hermano menor, flexible, delgado, elástico y translúcido, permitirá aplicaciones prácticas como la creación de nuevos materiales y dispositivos electrónicos más acordes con la aspiración de conectividad permanente.

En 2010, diversas empresas y laboratorios usaron procedimientos como la deposición de vapor químico (CVD) para producir nanocintas de grafeno industrial, ya muy cerca del paso siguiente: transistores más rápidos y eficientes, que ya alcanzaron los 300 GHz.

Lo que sigue son pantallas de video flexibles y transparentes, paneles de luz y celdas solares, dado que, al mezclar grafeno con plástico, se puede obtener un conductor de electricidad más resistente al calor y muy fuerte.

Ello abre las puertas a una nueva generación de electrónica de consumo disponible en papel, paredes y ropa, de difícil construcción hoy dado que el silicio no puede ser fácilmente pintado en una superficie, envuelto en un soporte flexible, o usarse para cubrir grandes áreas.

En principio, el grafeno podría llegar a hacer todo eso y más, y aún así ser producido a bajo precio y en grandes cantidades. Con lo cual la aspiración verde de alcanzar una red eléctrica inteligente podría estar a la vuelta de la esquina.

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